Televisión
TV: Para llegar al 2026
Recién estamos a mediados de febrero y, para la industria de la TV y el streaming digital, el panorama luce complejo. Si se tiene suficiente confianza con quien se está hablando, se escuchan mucho más quejas y dudas que alegría. Pero, hay que entender la situación.Las preocupaciones por el futuro de la industria comenzaron con la pandemia a partir de 2020 y las huelgas de actores y libretistas en 2023, afectando la producción, interrumpiendo secuencias de éxitos que recién ahora se están restableciendo –como es el caso de la T3 de The White Lotus —y la emergencia de un nuevo tipo de público, los ‘nativos digitales’ (Digital Kids), que consideran ‘vieja’ a la televisión lineal y viven apegados a su teléfono digital.
Definimos como ‘nativos digitales’ a los ahora niños, adolescentes y adultos jóvenes nacidos partir de 2001, a quienes, en su primeros años de vida, los padres dejaron maniobrar un teléfono digital –en lugar de ubicarlos a mirar programación infantil ante un receptor de TV—como manera de entretenerlos y ganar –los padres— algún tiempo tranquilo en la casa. Las características esenciales de estos bebés ha sido una notable destreza con las manos y la impaciencia por ver ‘que más hay’ cuando sintonizan o utilizan los medios; la actividad online y el streaming se ajustan perfectamente a este enfoque, en tanto la ‘continuidad’ de la televisión lineal en sus diferentes formas (aire, TV paga) los hace buscar qué más hay a partir de un plazo de 3 a 5 segundos.
No es que no puedan mirar una película cinematográfica, les debe interesar por algún motivo externo, como una recomendación de alguien confiable, querer incorporarse a la industria, un tema afín a sus intereses o preocupaciones personales. También les interesan los deportes, porque a cada instante puede suceder algo inesperado, y tienen su interés por equipos que les han sido recomendados por familiares o amigos: están muy expuestos a las influencias.
Para la industria, el problema es que no está preparada para tratar con este público. La cadena de valor tradicional de contenidos, parecida a una pirámide, está en crisis y se va pareciendo cada vez más a una esfera. La de explotación, de ser una especie de recta que comenzaba en el cine y terminaba en la TV abierta pasando por el VOD y la TV paga, ha quedado obsoleta.
Esto afecta a quienes han dedicado su trayectoria a la cadena tradicional: en el nuevo contexto sienten una reducción en la demanda de sus productos, pero muchos de ellos no se sienten cómodos con las nuevas alternativas. Más allá de que hay que reconocer y establecer relación con los nuevos jugadores, los incomoda que la relación es diferente: hay mayor competencia y los ‘nuevos medios’, como los canales SVOD y FAST y el auge de los televisores SmartTV que no necesitan pasar por los proveedores tradicionales, tienen distintas modalidades de trabajo.
No todos los jugadores tradicionales podrán sobrevivir a estos cambios. Para subsistir, es necesario incorporarse, siquiera en parte, a las nuevas modalidades. Hay recursos, como una enorme cantidad de contenidos que, en el sistema hasta ahora vigente, han perdido ‘valor de mercado’ pero pueden ser de interés para los nuevos consumidores y para los nostálgicos de lo tradicional. Netflix demostró hace años que las series antiguas de la televisión estadounidense, como Seinfeld o Friends, siguen siendo de interés para un público apreciable. Esto se aplica también a cientos, quizás miles de largometrajes que, reunidos y compaginados de manera elegante yofrecidos a precio razonable, tienen valor comercial en estos nuevos tiempos. En Argentina, El Zorro sigue alimentando las mañana de la TV abierta, y sus cifras de rating compiten y a veces superan a las de las transmisiones en vivo sobre temas de actualidad.
La gente siempre querrá ser entretenida. Lo que está cambiando es la forma de lograrlo.
MS
LC